Importancia: Alta
Es bien sabido que todo proceso revolucionario, en cualquier plano de
análisis, trae consigo mas temprano que tarde la reacción de las
anquilosadas ideas anteriores ya retrogradas y superadas; la resistencia al
cambio es un fenómeno extensamente descrito no solo para la conciencia
social, sino también para los cambios físicos, químicos y biológicos.
Cuando se trata de creencias, mitos y prejuicios, consecuencia de reflejos
reaccionarios que durante siglos han sido sembrados en la mentalidad
individual y colectiva, la batalla suele ser mayor, lo cual depende de
múltiples factores. Lamentablemente, agrava la situación que hayamos crecido
en un ambiente de falsa homogeneidad, ciertamente vencida con los continuos
llamados desde la máxima dirección del país a ejercer el derecho de opinión
y critica para hacer aun más inclusivo, plural, humanista y democrático
nuestro proceso social.
Fomentar una cultura del dialogo es parte de esta revolución dentro de la
revolución, y comprendo que entre los primeros y principales voceros de la
reacción se encuentren precisamente aquellos en quienes lo viejo posee mas
arraigo y menos argumentos, pero de ahí a las ofensas a personas e
instituciones y las especulaciones absolutamente faltas de sentido basadas
en mentiras, calumnias y la más completa ignorancia, no, eso es inaceptable.
Por ello mi primera sugerencia a Oscar Cuevas Romeros es, por favor, aprenda
a informarse antes de hablar, el refranero popular lo diría de otra forma,
la mas elemental norma del debate civilizado la aprendí con los jesuitas
"aborrece el pecado no al pecador". Ni siquiera haré alusión a sus
superficiales apuntes sobre la atención a la salud sexual y reproductiva
pues claramente provienen de su "experiencia personal", y otra vez, de su
supina ignorancia en el tema o manipulación burda, pues considero que
debieran responderla las autoridades competentes. Centrare mi atención en
los puntos segundo y tercero de su misiva a Taladrid, pues son comúnmente
utilizados para desvalorizar la estrategia por el respeto a la libre y
responsable orientación sexual e identidad de genero como esfuerzo de
nuestro perfectible proyecto social de conquistar toda la justicia social
posible y hacer nuestra sociedad aún más solidaria.
Sin dudas la homofobia ha sido una característica de nuestra cultura y viene
manifestándose desde la formación misma de la nación "aunque no se ha
manifestado de manera uniforme, sino que se ha visto moldeada con el paso
del tiempo, al punto que hoy tiene otros matices" como afirma el licenciado
en historia Abel Sierra Madero en su ensayo La nación sexuada publicado por
la editorial de ciencias sociales, en el
2002 en la colección Pinos Nuevos, lectura magnifica que le recomiendo por
su profusa investigación histórica. Pero continúa presente, y esa actitud –y
esas lamentables prácticas individuales, institucionales y
sociales- es necesario contextualizarlas.
A pesar de la existencia de adelantados a sus tiempos, en cada época
predomina una visión de la realidad humana estrechamente relacionada con los
postulados científicos alcanzados hasta entonces y los intereses de los
grupos en el poder, que pueden propiciar lo que el Che llamó una dirección
científica de la sociedad, o convertirse desde sus principales obstáculos.
Así podríamos entender a José Agustín Caballero al que se le atribuye la
aparición el 10 de abril de 1791 en el Papel Periódico de La Havana de un
texto fundacional homofóbico titulado "Carta crítica del hombre muger" o la
desprejuiciada opinión del general Serafín Sánchez, al hacer una semblanza
del mambí afeminado Manuel Rodríguez llamado La Brujita en su libro "Héroes
humildes y los poetas de la guerra".
También comprenderíamos al reconocido intelectual cubano, Gaspar Jorge
García Galló ideólogo de la Reforma Universitaria de 1962 que terminara en
la expulsión de los homosexuales de estos recintos desde un matiz
político-ideológico o en el lado opuesto, a Vilma Espín Guillois solicitó en
1986 al Dr Álvarez Lajonchere la redacción de un documento para ser
presentado a la máxima instancia política del país sobre "La
Homosexualidad: datos y consideraciones para la elaboración de lineamientos
de trabajo"; o al propio Fidel y la revolución cubana en su progresiva
visión sobre el tema de la diversidad sexual, pasando por los tristes hechos
del UMAP, no atribuibles por supuesto en lo personal pero sobre lo cual
asumió la responsabilidad histórica en hermosa lección de grandeza y
humanismo en las declaraciones al periódico La Jornada de México, hasta las
intensas jornadas por el Día Mundial contra la Homofobia de los últimos
años.
Pero no logro contextualizar la posición de Oscar Cuevas Romeros, por la
bajeza y lo soez de su ataque al CENESEX y su directora, que destila
homofobia y más, un ego deformado, cargado de rencores, frustrado, tal vez,
hasta maliciosamente intencionado ¿por si mismo o por encargo? (no hay que
leer mucho entre líneas para percatarse de ello). También a mi me huele
fétido.
Esta ampliamente descrito en la literatura científica que las personas con
una orientación sexual diferente a la heterosexual, mujeres y hombres,
construyen su identidad sexual sin los referentes naturalizados por nuestra
cultura (familia, escuela, organizaciones sociales, medios masivos de
información y el resto de los elementos que intervienen en la educación y
formación del sujeto) y sin modelos a observar (parecieran que son pocos los
y las homosexuales exitosos porque pocos de estos se atreven a asumirlo
públicamente evitando el estigma). Se educan en ambientes que tienden a
ridiculizar, agredir y cuestionar la homosexualidad y observan como modelo
la relación heterosexual y los roles estereotipados de género, proceso
difícil para las familias pero inaceptable en las escuelas y condenables
penalmente cuando tienen lugar en el ámbito laboral. Y esta es una realidad
de la Cuba de hoy.
Como consecuencias, en la inmensa mayoría de las personas con sexualidades
no hegemonicas, este proceso puede ir acompañado de sentimientos de
inadecuación, aislamiento, temor al ridículo, necesidad de ser aceptados y
vergüenza de sí mismo, con fuertes tendencias a la depresión, baja
autoestima, dificultades en las relaciones interpersonales, necesidad de
reconocimiento social y pobres habilidades asertivas. Al rechazo familiar
súmese la carencia de espacios para desarrollar su vida personal,
afectivo-sexual y compartir con iguales que refuerza la necesidad de ocultar
sus comportamientos para evitar el rechazo social. La internalización del
estigma y los prejuicios sobre la homosexualidad en algunos conlleva al
rechazo de sí mismo por su condición sexual y al rechazo de los similares
asumiendo conductas llamativas y hasta abiertamente rebeldes ante la
necesidad de manejar esta situación. Las más graves de estas consecuencias
son la elevada vulnerabilidad ante las ITS y el VIH/sida, pero también las
adicciones o las muertes por suicidio.
Las profundas secuelas psicológicas, sociales, y de salud, por si solas,
ameritan su abordaje. No hacen falta crímenes de odio para decir que en
nuestra sociedad hay muchas manifestaciones de homofobia (le sugiero, no
obstante, ver el documental "Tacones Cercanos" de la muestra de jóvenes
realizadores: la historia de un travesti a quien le lanzan ácido en la cara
en plena 5ta avenida, y no es el único documentado), pero más que atender a
los problemas derivados, sobre todo, estamos hablando de derechos humanos,
del elemental respeto de la dignidad humana.
Es cierto, como en todos los grupos humanos existirán individuos con
comportamientos incorrectos, otros con actitudes y conductas dentro de la
media y algunos sobresalientes, los por cientos relativos dependen de
múltiples factores, pero sobre todo de cómo la sociedad se proyecte en la
educación integral y la atención a las causas y condiciones que lo
propician, sobre cualesquiera de ellos con conductas antisociales, más allá
de sus orientaciones sexuales e identidades de genero, debiera caer el peso
de la ley sin menoscabo de sus derechos.
Sin dudas hemos echado a andar inteligentemente por el camino de la
inclusión, pero aun los pasos dados son timoratos y ambivalentes, pensando
en la necesidad de no apresurarse porque los cambios de mentalidad son
lentos y progresivos, pero en mi opinión, sin el valor de la norma de
derecho positivo que fija la posición oficial y no deja espacio a las libres
interpretaciones de unos y otros, y al descargo de las responsabilidades de
todos en la problemática, pareciera a veces, para algunos, que es capricho
impositivo del CENESEX.
Por ello, me sumo a los que exigen que de una vez el parlamento cubano se
pronuncie a favor de los proyectos para la protección jurídica de los
derechos inalienables de las "minorías sexuales" que desde hace años esperan
su consideración; algunos espetan que debemos esperar a que la sociedad este
preparada, otros, la necesidad de someter a consulta popular el tema antes
de aprobarlos; sin embargo, me cuestiono y al fin expreso públicamente, si
es lógico en materia de derecho, consultar a aquellos que ejercen el poder
hegemónico, sobre los derechos de los otros subyugados: a los ricos sobre
los derechos de los pobres, a los blancos sobre los derechos de los negros,
a los hombres sobre los derechos de las mujeres, o a los "normales" sobre
los derechos de los individuos con necesidades educativas especiales…
Necesitaríamos la aprobación de los poderosos países desarrollados sobre los
derechos de nosotros pobres y subdesarrollados???
Y aunque reconozco avances en este sentido, considero que la cobertura por
los medios de comunicación social es todavía imprecisa, la eterna
justificación de la política editorial establecida apunta a censuras, que
condicionan una pésima ejecución de la estrategia por los medios,
maniatados, a su vez, por las inconsistencias de las instancias decisoras,
hombres y mujeres productos de sus tiempos y condicionamientos machistas, y
así mismo, señalo críticamente el pobre papel de las sociedades científicas,
salvo contadas excepciones, que han dejado solo en manos del CENESEX el
debate social necesario, pareciera que en sexualidad no hay ciencia
constituida cuando choca con los prejuicios que matizan la endosexualidad de
muchos profesionales, y abogo, además, por desarrollar el prácticamente
inexistente activismo de la comunidad LGBT, pobremente organizada y por
tanto inaccesible para empeños educativos mayores.
Finalmente, quienes conocen a Mariela Castro Espín, la saben una mujer
sensible, accesible, con profunda vocación humanista, ejerciendo sus
funciones por méritos propios con profesionalidad, de ahí emana su
prestigio.
¡Ojala el CENESEX fuera una institución de millones, nos queda tanto por
hacer por los más desfavorecidos!
MSc Alain Darcout Rodriguez
Psicologo de Cienfuegos
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