Por: Alberto Roque Guerra
El transformismo vuelve a legitimarse como expresión artística con la puesta en escena de Monseñor Bola en la sala Hubert de Blanck.
Dirigida y escrita por Héctor Quintero, la pieza teatral transcurre entre lo biográfico y excesivamente didáctico y se considera un homenaje a la gigante figura de Bola de Nieve en el centenario de su nacimiento.
Los transformistas Jaime Jiménez (Estrellita) y Abraham Bueno (Imperio), convencen en la interpretación de Marian, transexual femenina (Hombre a Mujer). Ellos comparten la escena con actrices y actores profesionales de probada valía.
Lo excesivamente didáctico, sin embargo, no transcurre favorablemente en el tratamiento del personaje transexual femenino (Hombre a Mujer), interpretado alternativamente por Estrellita e Imperio. Desde su primera aparición el personaje transexual menciona haberse sometido a una "cirugía de cambio de sexo". La alusión a la transexualidad se mantiene durante gran parte del espectáculo para movilizar fácilmente la risa del auditorio. Según el argumento, Marian pierde el amor de Margarito –su amante mexicano- por no tener una "vagina original" y "haber sido abandonada por una mujer de verdad". Los parlamentos entrecomillados desatan en múltiples ocasiones la carcajada del auditorio y se pone en boca de la Madrina, personaje interpretado por la experimentada Candy Quintana.
La Madrina es una persona anciana, simpática, humilde y al mismo tiempo prejuiciada, racista, homo -trans- fóbica y sexista, por lo que resulta preocupante que todo se corone con los aplausos y la hilaridad del público. La obra, desde el rico humor cubano que emana, no resuelve los mencionados antivalores de este personaje.
Es lamentable que la buena intención de Héctor Quintero de apostar por la calidad artística de las mencionadas transformistas no incluya la dignificación de las personas transexuales. Le haría mucho bien al público aprender no solamente sobre la vida de Bola de Nieve, sino también sobre la legitimidad de otras identidades de género y sobre todo reflexionar sobre la necesidad de respetarlas sin renunciar en lo absoluto a un buen rato de humor, actuación y música. (21/03/2011)
lunes, 21 de marzo de 2011
Buena Intención y Mala Educación
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